Aún cuando intentó resistirse, el agotamiento de su cuerpo era demasiado, más aún por aquellas cadenas con las que había tenido que luchar. De la impresión, incluso, en medio del climax ajeno, le pareció ver como los ojos del mayor cambiaban de color. Todos eran unos monstruos. Y sin quererlo, terminó desmayado en brazos del moreno mientras este le cargaba.