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Alpha Mensajes : 1026 Fecha de inscripción : 16/02/2011

El rubio no podía despegar demasiado la vista de aquél, mientras empezaba a dar torpes vueltas de bailarina en un mismo sitio, aunque pronto vino aquél a modo de accorrarlarlo, llevándolo hasta la verde superficie de su camastro, a modo que Altaír pudo observarlo, riéndose un poco nada más... eso no le provocó menos que llevar sus manos alrededor de su cuello, moviéndose felinamente debajo de él, para acariciar lentamente su nuca con aquellos dedos, inclinándose un poco a su oído.

-Oh, Marcus -murmuró suave, con esa travesura y encanto suyo, antes de deslizar una mano por toda su espalda, trayéndola al frente, a su pecho para ser más exactos, empujándolo apenas un poco para sonreírle-. ¿Sabes? Me es un poco fastidioso que no sean claros conmigo -declaró, para hacer un puchero antes de caer del camastro... las plantas de su espalda se habían consumido, pero pronto creció del suelo una flor que lo sostuvo, gigante y hermosa, a modo que se bajó de un saltito, sonriéndole al otro que estaba arriba, para guiñarle un ojo-. Abdel está esperando -señaló, antes de apuntarlo con el dedo, sonriéndole un poco al otro-. Te llevará a tu habitación antes que mi señor lo riña -agregó, mientras lentamente su camastro se desmoronaba-. Date y prisa y baja o va a ser una dura caída.

Así de sencillo le fue el dejarlo con las ganas, mientras entraba y alcanzaba al perro de su señor, para mirarle de soslayo un poco y esperar al chico que seguro en un instante los alcanzaría.

-Marcus... has de reclamar tu premio en otra ocasión -comentó entonces, sin siquiera mirarlo-, esta es la hora de que descanse. Mamá y yo iremos a relajarnos así que no nos moleste nada, ¿queda claro, Abdel? Solo mi señor puede hacerlo -informó, antes de andar dando saltitos-. Jugaremos de nuevo después, Marcus.

Beta Mensajes : 299 Fecha de inscripción : 21/02/2011

Se dejó hacer por esas pequeñas y traviesas manos, curveando su espalda a voluntad ajena, ladeando su rostro hasta que sus labios rozaron el cuello del chico mientras hablaba; el sutil roce de sus dedos en su cabello le había hecho cerrar los ojos con languidez. Pero repentinamente su inspiración fue cortada por el empujón que le dio-¿eh? ¿qué?-apenas alcanzó a deshacerse de su hechizo que lo atontaba, de esa curiosa e intensa atracción magnética que parecía ejercer en él el rubio; para poner atención a sus palabras-¡pero!-trató de protestar mientras lo miraba escapar a través de esa flor gigante.

Frunció el ceño mientras su semblante, a pesar de mantener su seriedad, se mostraba molesto, entrecerró los ojos mientras seguía hablándole desde ahí, pero justo cuando le advirtió que bajara, fue cuando se dio cuenta de que estaba desbaratándose la enorme columna de hierbas sobre la que habían estado, empezando por el camastro que por poco hace que caiga de sentón al ladearse debido a su peso, mientras se desbarataba. Pegó un gran salto desde donde estaba, logrando caer en el piso en cuclillas exitosamente, no se rompió ningún hueso.

Luego su mirada viajó por el gran campo de batalla lleno de los restos de gigantes que estaban comenzando a ser absorbidos por la tierra, al igual que la enorme columna donde hubieran estado antes. También se estaba recuperando de los enormes agujeros que había sufrido debido a los disparos de esas cosas, todo regresaba a la normalidad, como si nunca hubieran llevado a cabo su juego, pero él todavía sentía la tensión sexual dificultándole el caminar con decencia, pero procuró componer un poco su paso para no verse tan divertido y no darle más gusto al tramposo rubio.
-¡Oye!-al ver que ya se iba muy tranquilamente, saltando como "caperucita", trató de alcanzarlo, estirando un brazo para detenerlo, pero entonces el sirviente de su nuevo jefe se volvió para interponerse en su camino
-Lo siento, Altahír ya tiene que marcharse...-Se excusó mierando seriamente a sus ojos-...mientras tanto usted puede acompañarme...es por aquí...-Habló solemne mientras se dirigía al lado contrario donde se había ido Altahír, a Marcus no le quedó otra más que seguir con la mirada al rubio a lo lejos, hasta que se perdió de su vista, tragando en seco con impotencia, ya después se las pagaría...Pensó con malicia, para luego volverse hacia Abdel y seguirlo, sin más, tratando de conservar ese especial aroma suyo en su memoria.

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